Justo después de escuchar las canciones para el viernes. Justo cuando me aburrí de ser yo. El sí fácil que traigo maternal. Tocar por tocar, siempre. La luz a través de la persiana justo antes de salir a la calle. Justo antes de pensar otros planes. ¿Cómo será mirar a través del hueco de la celda? Sospecho que hay algo de incoherencia en los que piensan que la cárcel es un hotel. Sospecho que añoran un pasado privativo, de terror, de conejitos de indias.
No, gracias! Nacimos respirando pólvora y esquivando papelitos celestes y blancos. Con eso nos basta y sobra. Iván cantaría muy acertado: “...no quiero gorritos, no quiero banderas; no me la vendan otra vez...”
Vivir de esa manera debe ser lo mismo que mirar a través del hueco de la celda pero usando el hueco de nuestros ojos. Vivir la vida como quieran que la vivas, con un manual del usuario. Programados.
Esta mañana recordaba las ordenanzas escolares. Las primarias y las secundarias. La de ir una vez cada uno de los pibes a tomar la leche del Paicor, con los chicos del comedor para compartir, y eso ¿acaso no era un forma de diferenciarnos? Y obligarte al pelo corto ¿no era autoritario? Los rezagos de esa época se filtraron por todas partes. Por suerte creemos en el amor, en las fibras de Valentina, en los besos de los perros y en los acordes mayores. Los menores y los dominantes nos han decepcionado.
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