Los zorritos olvidados en el fondo en una jaula a la nunca nadie llega. La oreja marcada, la presa comercial.
¿dónde estarás más seguro? ¿en el campo o en esta cárcel de tejido?
No lo sé. El egoismo del campesino no deja un metro para vos. Toda la tierra es de él. La siembra es más sagrada que tu madriguera, que tu cueva. El disparo del cazador, el trofeo embalsamado, el placer de la muerte.
Sueño con hectáreas vírgenes de pastizal y cardos. De pájaros que ya se fueron. De paraguayitos y corbatitas, de comadrejas y de zorritos. Cruel el campesino que no entiende la rueda, que no ve más allá de sus bolsillos. Y el zoo te dá un 4 x 3 y una casa de madera de manzanas. Los nenes que lleguen hasta vos, un pururú y gritos para agudizar tu locura de encierro. Entiendo tu tristeza y la comparto. Libertad, siempre. Aunque nos cueste irnos demasiado lejos.
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