Llueve en Córdoba. Sereno. La lluvia me acunó muchos años bajo el techo de chapas de casa. No hay como las siestas con ese ruido, el de las gotas estrellándose, o los sábados por la mañana con el ruido de las ruedas de los autos pisando los charcos.
La lluvia lava las heridas (las que muestro) y me tranquiliza. Hoy fue de helados, de apuntes de fotos, de sanwiches de Manolo, de Paloma y de un mail muy importante.
Lo que me hace pensar sigue ahí. ¿Hasta cuándo?
(fotos desde el piso)
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