Volver. El viaje de tres horas de pensar. De colgarme mirando las estrellas, las nubes y de extrañar. Siempre preguntándome cosas. La lluvia que me tienta a recordar dos exactos meses atrás. Llovía cada vez que subiámos al colectivo. Firmé ahí mi contrato con la felicidad sin claúsulas para rescindir.
Ahora en cada colectivo que subo, nunca viajo solo. Hay perlas que son para siempre, que nunca se venden ni se empeñan. Tuve la suerte de cruzarme con un tesoro que no robé pero hice mio.
(fotos para cada vez que vuelvo)
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